lunes, 16 de diciembre de 2024

No camina, sino desfila

Al no ver la televisión, no puedo darme cuenta de estas cosas, pero he leído que el miniministro de Exteriores, Albares, al que llaman Napoleonchetu, camina como si todo el mundo estuviera pendiente de él, desfilando.

Está lejos de comprender que si no fuera un mamarracho no habría sido elegido por Sánchez, que también lo es. El presidente del gobierno, que lo es causa de una concatenación de hechos fortuitos, es un hazmerreír, un felón, un peligro público, un ente destructivo. Quiso simular cordialidad con el Rey. No sabe lo que significa eso. Al Rey se le nota que es cordial, motivo por el que los damnificados de Paiporta y de todas partes se fundieron y se funden en abrazos con él. El mejor método para calibrar a una persona reside en su capacidad para profundizar en la cordialidad. ¿Pero cómo va a poder hacerlo Sánchez si es todo odio, resentimiento, envidia, soberbia, ambición insana? Ni siquiera puede simular cordialidad, porque desconoce las normas del urbanismo y la educación. Es un zopenco y quienes, en un momento dado, lo tienen cerca no pueden si no temer que les dé una coz. A Felipe VI le vienen bien esos momentos en que se les juntos, porque todo el mundo se da cuenta de la diferencia de clase entre uno y otro.

A Sánchez no le importa causar graves daños, aunque quizá sea más acertado decir que los quiere hacer, con el fin de conseguir sus propósitos. Y uno de sus peones para sus propósitos de perjudicar a España es el tal ministrito pequeñajo y engolado. Ahí está él poniendo a España a merced de Mohamed, de Tebboune, enfadando a Netanyahu y a Milei, acariciando a Maduro y Xi Jinping, y ya veremos cómo se lo monta con Trump.

Tengamos fe y esperemos que este gobierno caiga pronto. Que sea sustituido por el de Ayuso ya sería la guinda. 

Esos libros míos

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