No me molesta que vengan árabes, o moros (dicho sin intención despectiva), o como quiera que haya que llamarles, porque en definitiva son seres humanos como yo mismo, como todos. Lo que sí que les pediría, con toda la humildad que sea necesaria, que sean considerados y se dejen la religión en sus países de origen.
Más que nada, porque el islam es incompatible con la democracia, por lo que ni cabe, ni puede caber en la Constitución de ningún país democrático. Que los políticos no se enteren es aparte. Yo sí que me doy cuenta. Por otro lado, hay políticos que están en babia, menos a la hora de cobrar o de llevárselo, y otros que siempre están de mala leche y procuran causar todo el daño que pueden.
Aparte de que el islam, como otras religiones, es totalmente incompatible con los hábitos democráticos, está la tontuna habitual de otorgar, sin más, un aura de respetabilidad a cualquier cosa que se registre como religión. Creo que hay muchas a las que se les puede calificar directamente como estafas. Habría que exigirles, antes de permitirles operar, que entreguen documentación sobre ellas en la que se explique su credo y sus normas y denegarles el permiso a todas las que no se ajusten a la Constitución. El Estado tiene la obligación de defender a sus nacionales. También de estafas y cuentos chinos.
Piden estos comida halal, que quizá sea ilegal en España, aunque se consienta, que se permita el hiyab en las escuelas y que haya más profesores del islam. Pues se les debería denegar todo, para proteger a los alumnos, que es la obligación del Estado. Contribuir que se les deforme y adoctrine es una falta absoluta de responsabilidad.
Lo que tienen que hacer esas gentes, ya que han venido a España, es renunciar a todas las prendas discriminatorias, comer panceta, jamón y embutido, que están muy buenos y son nutritivos, y beber vino de vez en cuando. Alá no les dirá nada si lo hacen.
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