Unos degenerados tomaron por asalto una tienda de Mercadona en la Ciudad Condal, impidiendo la actividad mercantil hasta que llegó la policía y restableció la normalidad. Los asaltantes acusan a la entidad de lo que les da la gana, se toman la justicia por su mano y cuentan con que la empresa no los va a denunciar para no perder clientes. Lo cual indica claramente que la situación en Cataluña dista mucho de ser civilizada. Hay que aceptar los designios de los vándalos.
En el lugar en que he leído la noticia no he visto que se haga referencia a los posibles desperfectos causados o al robo de productos. Tampoco al lucro cesante a causa del suceso. Puesto que no es probable que la empresa denuncie a los asaltantes, para el mejor desarrollo del comercio local, debería hacerlo de oficio el fiscal general del Estado, pero tampoco lo hará por lo mismo, para no granjearse antipatías ante los catalanes. Se las granjearía Sánchez, pero eso al fiscal no debería importarle, sino defender los intereses de los comerciantes. Pero los intereses que defiende son los de Sánchez. Otro que tampoco se espera que haga nada es el fiscal general de Cataluña, que seguro que lo hay, aunque ignoro el nombre que tendrá en este sitio. Si hubieran asaltado un establecimiento catalán, otra sería la cuestión.
La cuestión, pues, es que hay unos salvajes, que han hecho lo que han querido, que la policía los ha desalojado, que quizá ni siquiera les ha tomado la documentación y a los que las cámaras no han podido grabar porque las han tapado. O sea, que lo tenían todo calculado, se han hecho publicidad a costa de una empresa, a la que han perjudicado en una cuantía indeterminada, y se irán de rositas. Todo esto en una nación que se dice democrática, que está gobernada por un partido que se dice honrado y cumplidor de la ley.
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