Nótese que va entrecomillado. El motivo es que no lo he dicho yo, sino otro. A quien los ha interpelado así le llamo el Felón, pero el Homínido gubernamental nos informó de que, en realidad, es el Puto Amo. Tendrá sus motivos, que se supone que son los de obedecerlo sin cuestionarle nada.
Por mi parte, le llamo el Felón porque no tiene freno ningún moral cuando se trata de conseguir sus propósitos, por cuyo motivo comete todas las traiciones que sean necesarias en el proceso. Tampoco la Constitución le impone ningún freno, puesto que sus redactores no previeron que un sinvergüenza de ese calibre pudiera llegar a la presidencia de la nación. Y si los hubo que lo previeron el calificativo para ellos sería peor.
La frase concreta que dijo es la siguiente: «este acoso judicial se volverá en contra de los acosadores». Amenazar de este modo a los jueces no es propio de un demócrata, por lo que cabe deducir que se está planteando implantar una dictadura, o es más idiota de lo que parece. En democracia, hay que respetar siempre a los jueces, puesto que su papel consiste en vigilar el cumplimiento de la ley, o sea la defensa de los ciudadanos. El presidente del gobierno es el que más obligación moral y legal tiene de respetarlos. Si hay sospechas de corrupción en el entorno presidencial, deben aclararse inmediatamente ante la población. Amenazar a los jueces con vengarse de ellos porque hayan hecho su trabajo es indigno. Ahora bien, en el Felón son palpables sus ansias por eternizarse en el cargo, por ser intocable, por suplantar al Rey, por hundir a Ayuso, por burlarse de Feijóo, lo cual nos lleva a pensar que está soñando con implantar una dictadura y que tiene un plan. Si es el caso, ya le aviso yo de que le va a salir rematadamente mal. Y que lleve cuidado con lo que pueda salir en Venezuela.
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