Dice Feijóo que no tiene prisa en ser presidente. ¡Ah, tiene miedo! Y no se da cuenta de es urgente echar al Felón, porque no hay día en que no cause algún daño. O sí que se da cuenta, pero no se ve con fuerzas para ir más allá. Ni confía en el equipo que ha elegido para que le acompañe.
Tampoco se da cuenta, o no se quiere dar, de que en el partido puede haber, y de hecho hay, personas con más arrestos que él para enfrentar la difícil situación en que se encuentra España. Por supuesto que todo el mundo piensa en Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. Son las dos que plantan cara, y siempre con éxito, a los bichos gubernamentales que las atacan. Digo bichos porque su comportamiento no merece otro nombre.
Juegan sucio con las dos. Muy sucio. Han investigado y sacado a relucir datos confidenciales de todas las personas próximas a la presidenta madrileña, cuestiones estas que se van a dirimir en los tribunales.
Ella no está lastrada, como Feijóo, por veleidades nacionalistas ni chorradas identitarias. Puede presentar, pues, un discurso coherente en toda España. Cuando Casado se tuvo que ir, por idiota, debieron ofrecerle el cargo a ella, pero el PP está compuesto por gentes mediocres. Decía Chesterton que la mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta. No se han enterado los señores y las señoras del PP que Ayuso afrontó la pandemia sin el apoyo de su partido ni del gobierno. Es muy valiente y es lo que necesita España en estos momentos. Alguien capaz de abordar la tarea de reconstruir el daño hecho por el PSOE con decisión y valentía. No hay más que fijarse en que se ha rodeado de un equipo brillante, en el que confía plenamente, al contrario que Feijóo, que no tiene más que pasmarotes a su alrededor.
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