El solar patrio español, en el que han nacido tantos héroes, tantos seres abnegados, tantas gentes indómitas, está dominado hoy por un tipo tan vil y rastrero que solo pensarlo da vergüenza. Ha hecho de la mentira su arma de combate, y ni mentir sabe, porque nadie cree nada de lo que dice. Le obedecen, que es otra cosa.
No es que sea hábil, es que el sistema español permite que partidos cuyo ideario se basa en el odio a España puedan recibir dinero procedente de los impuestos de los españoles. Pero eso no es lo peor, sino que pueden apoyar, a cambio de todo lo que puedan conseguir en contra de los españoles a un pájaro de cuenta que no tiene escrúpulos ni miramientos. Además de estos que tienen en el odio a España su modo de vida están otros que simplemente odian y su intención es perjudicar a todos todo lo que puedan. Es decir, si estos partidos no fueran legales, que no deberían serlo, el cobarde este no podría presidir la nación.
Se da otra circunstancia que favorece a los traidores y cobardes como él, y es que la justicia no es independiente porque su partido le arrebató la que tenía, y el otro partido, o sea, el PP, no se la devolvió como había prometido. Si la justicia fuera independiente no habría podido conceder los escandalosos indultos, ni soltar terroristas ni tampoco pederastas. En esas condiciones habría tenido que abandonar la presidencia.
Se ha encontrado además con un sistema político que deja indefensos a los ciudadanos ante sátrapas sin escrúpulos ni miramientos. Permite latrocinios y barrabasadas sin cuento y está exprimiendo todas las posibilidades que le ofrece la Constitución, de modo que no queda nadie sin darse cuenta de que hay que cambiarla o rectificarla.
No es ningún fuera de serie, sino mediocre en todo, como lo demuestra el hecho de que su trayectoria lleva directamente a la cárcel. O al extranjero.
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