Fue
gracias a Camps que supe que Rajoy no es el estadista que necesita
España, sino uno de tantos profesionales del poder.
Dicen
que estamos saliendo de la crisis, y cabe la posibilidad de que sea
cierto. Pero en este caso, hay que fijarse también en a quienes se
ha sacrificado para lograrlo y a quienes se les han mantenido los
privilegios. Habrá que fijarse también a qué se le llama 'salir de
la crisis', porque es muy probable que hayamos perdido para siempre
algunas cosas.
Camps
estaba destrozando el Reino de Valencia (Montorito nunca se atreverá
a usar este nombre) y Rajoy no era capaz de llamarlo al orden. Es
más, Camps estaba convencido de que cuando Rajoy ganara las
elecciones le daría todo el dinero que le pidiera, motivo por el
cual seguía derrochando. Y todos esos derroches hay que pagarlos
ahora. Y Rajoy, en lugar de a Camps, castiga a los valencianos.
Fabra
que ha de cuadrar unas cuentas imposibles, sabe mejor que nadie, el
mal que ha hecho Camps. Como consecuencia de ello le ha puesto
secretaria y coche oficial con chófer.
Que
Camps es torpe lo demuestra el hecho de que en un discurso público
dijo que Zapatero es una mala persona. Me pidieron opinión sobre el
asunto y respondí que, aparte de que eso no se debe decir
públicamente, los dos, Camps y Zapatero, me parecían iguales.
Que
Camps es frívolo e irresponsable lo demuestra el hecho de que a
pesar de que sabía que tenía que prestar declaración, se ha
ausentado de su domicilio sin avisar. El juez no ha podido
encontrarlo.
Son
lógicas todas las burlas que este acto de Camps merece, pero Rajoy y
Fabra deberían saber que más que de Camps, la gente se ríe del PP.
En
el encumbramiento de Camps participaron Zaplana y Aznar, y en el
mantenimiento Rajoy y Fabra. Hay más, pero no merece la pena
nombrarlos.
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