Pero
el asunto no es para ponerse a llorar, sino para echarse a temblar.
La banca ahora no tiene dinero y tampoco puede cobrar gran parte del
que le deben, porque sus deudores están en la ruina.
El
asunto tiene varias vertientes. La banca es víctima, pero no
inocente. Es víctima de su propia codicia. Hubo una época en la que
los bancos empujaban a todos a “vivir por encima de sus
posibilidades”, puesto que hacían envíos masivos de cartas a sus
clientes incitándolos a endeudarse. Y la casta política estuvo muy
de acuerdo con esto y esta misma casta nos ha reprochado luego que
hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades. No todos caímos
en esa trampa, pero lo hemos pagado igual y también nos hemos tenido
que tragar el sermón.
Curiosamente,
el número de políticos no ha disminuido y ellos y los banqueros que
diseñaron esas estrategias y las llevaron a cabo se han subido los
sueldos.
Hay
que echarse a temblar porque el sistema español está diseñado para
que se apoye en la banca y a tal efecto hay unas normas muy estrictas
que los bancos han de cumplir. El Banco de España es el encargado de
vigilar que se cumplan. El problema consiste en que algunos bancos
españoles han alcanzado tal tamaño que sus presidentes tienen mucho
más poder que el gobernador del Banco de España. La casta política
ha consentido que ocurra esto.
Si
la banca ha adquirido tanto poder que el Banco de España no la puede
controlar, habría que cambiar el sistema, para que se pueda dejar
caer a los bancos, como ocurre en Estados Unidos.
Mientras
no se haga, lo que ocurre es lo siguiente: Los bancos no ganan
bastante dinero para pagar los sueldos de sus directivos (que es
impensable que vayan a la cárcel), de modo que el Banco de España
les autoriza a aumentar las comisiones e inventar otras.
'Iluminados y perversos'
'Cien palabras'
'La caída de Madrid'
'La muchacha de Catulo'
'Niños, adolescentes y redes sociales'
'El franquismo'
'Hablar en público y en privado'
'El olvido de sí'
'Cien palabras'
'La caída de Madrid'
'La muchacha de Catulo'
'Niños, adolescentes y redes sociales'
'El franquismo'
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