Aznar
va sacando pecho y pretendiendo dar lecciones de moral, sin darse
cuenta de que lo que demuestra es que sus convicciones democráticas
son endebles, que sabe engañarse a sí mismo y que no se da cuenta
de que su esposa ha llegado a alcaldía de Madrid de un modo
sonrojante.
Sus
'logros' en la alcaldía son tales que no es probable que el partido
la elija como cabeza de cartel para las próximas elecciones
municipales. Lo aconsejable sería que no fuera en ningún lugar de
la lista. Lo tenía fácil esta mujer. Su antecesor en el cargo fue
Gallardón, de modo que a poco que aplicara un poco de sentido común
a las cosas se hubiera ganado a todo el mundo. Pero no. Ella se cree
capacitada para llevar a cabo las más grandes empresas y ahí está
el dinero gastado para conseguir que le den los Juegos Olímpicos.
Quizá no se sepa con exactitud cuanto dinero se ha enterrado con
este fin.
Ella,
por otro lado, mostró su 'sapiencia' con el famoso ejemplo de las
manzanas y las peras. Ana Botella dando lecciones al mundo. En cambio
Zapatero había hecho algo que a todos los homosexuales a los que les
he preguntado les ha parecido bien. La alcaldesa de Madrid (lo que da
de sí en España el hecho de tener 'enchufe'), en cambio, no sólo
ha demostrado hasta dónde llega su capacidad de razonamiento, sino
también su sensibilidad hacia unas personas que a lo largo de la
Historia han sufrido lo indecible por algo de lo que no tienen la
menor culpa. Ha impuesto una multa de 160 000 euros a los
organizadores de la fiesta del Orgullo Gay.
Lo
que le faltó a Zapatero fue añadir en la legislación, como delito,
a la homofobia. Quizá esta falta demuestre que no estudió el asunto
bien del todo.
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