Era
un cierre anunciado. En un tiempo en el que la oferta televisiva es
tan abundante mantener con dinero público las televisiones de las
autonomías es un despilfarro y un fraude a los contribuyentes. Con
que haya una en toda España es suficiente. Esa televisión debería
ser totalmente independiente de la casta política y tener un canal
para cada autonomía, también independiente de la casta política.
Esto sería lo racional.
Tampoco
cabe descartar que esa televisión pública, independiente del poder
político, perdiera dinero. Pero ya no sería el chorro actual.
La
caída de la televisión valenciana tiene alguna particularidad. Todo
aquello que ha caído en manos de Francisco Camps se ha ido a pique
de manera brutal. Y, sin embargo, según las noticias que se han
dado, Francisco Camps sigue disfrutando de secretaria y de coche con
chófer, todo a cargo del contribuyente.
Se
entiende perfectamente que Camps no se sienta responsable. ¿Cómo va
a sentirse si se considera la perfección hecha hombre?
No
se considera responsable de la desaparición de las cajas y bancos
valencianos. Tampoco de la enorme deuda que pesa sobre los
valencianos ni del desastre que nos amenaza. Lo han absuelto por lo
de los trajes y está muy contento.
Lo
que no se entiende es que Rajoy no se diera cuenta de Camps estaba
llevando a cabo un estropicio similar al de Zapatero. Un día me lo
dijeron en la tertulia de la radio: Camps ha dicho que Zapatero es
una mala persona. Para mí, Camps y Zapatero son iguales, contesté.
Si
Rajoy no se daba cuenta de eso, mal podía ser el presidente que
sacara a España del atolladero. Pero ahí está Rajoy, y así nos
va. La alternativa, Rubalcaba, da risa.
El
caso de Rita Barberá es otro. Ella siempre protege a los suyos. Los
que no somos 'los suyos' pagamos la factura.
La
televisión valenciana no debió ser fundada. Pero al caer en manos
de Camps se convirtió en la madre de todos los despropósitos. Y hay víctimas.
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