viernes, 14 de marzo de 2008

Valencia, de enhorabuena

Como bien decía Martín Domínguez, la Valencia de antaño, tuvo vocación de ser una gran ciudad europea. Fue aquella Valencia que dio lugar al Siglo de Oro de las Letras Valencianas. Cambiaron las tornas y la ciudad se replegó sobre sí misma.
Durante mucho tiempo, Valencia ha vivido de espaldas al mar, olvidando aquella vocación que tuvo un día. Ahora han cambiado los tiempos, retornan los viejos sueños y la ciudad busca el mar.
Al parecer, todo se ha de solucionar mediante resoluciones judiciales. Los jueces han tenido que intervenir en el desaguisado de Sagunto y gracias a la acción de un particular, puesto que los políticos se desentendieron del asunto, pero no de cobrar sus sueldos. Y también han tenido que ser los jueces quienes resuelvan el asunto de la Avenida de Blasco Ibáñez.
El Cabañal es un barrio entrañable, que ganará mucho más con la prolongación de Blasco Ibáñez. Valencia necesita que esa avenida llegue hasta el mar y lo que hay que procurar es que nadie salga perjudicado con la prolongación. Esperemos que los políticos locales extremen su cuidado y su respeto hacia todos los implicados. Cabe augurar, por otra parte, que ese barrio pasará a ser un lugar de referencia para los valencianos, muchos de los cuales desearán trasladarse a vivir allí.
Sería deseable, de otra parte, que los políticos se olvidaran, en la medida de lo posible, de sus partidos y pensaran en los ciudadanos. La prolongación de la Avenida de Blasco Ibáñez ya debería estar terminada desde hace mucho tiempo. No vale empeñarse en algo con el único fin de quitar votos al equipo de gobierno. Es fácil ver que la ciudad gana mucho si esta amplia y hermosa avenida llega hasta las orillas del Mediterráneo, con lo que se convertiría en un lugar de paseo y de disfrute. Un atractivo más, ahora que Valencia se ha convertido definitivamente en una ciudad de servicios.

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