martes, 21 de abril de 2020

Rafa Nadal tiene razón


No hay ningún motivo que justifique la prohibición del tenis. Los jugadores están cada uno a un lado de la pista y los partidos se juegan en espacios grandes y bien ventilados. Cabría limitar mucho la afluencia de espectadores, de modo que los asistentes estuvieran alejados entre sí. Pero los partidos se podrían ver por televisión y servirían de entretenimiento para muchos. Incluso se podrían permitir los partidos de dobles haciendo test, previamente a los jugadores.
Dada la naturaleza de este gobierno, resulta difícil imaginar que lo haya hecho para incitar a la gente, sino que más bien es una excusa de la que se ha servido, después de haber tardado un mes y medio en tomar medidas, para tener a todos encerrados en casa. Hipotéticamente, la finalidad del encierro es proteger nuestra salud, pero en la práctica es un arresto domiciliario, en el que se somete a la población a un bombardeo constante de propaganda televisiva, mientras se persigue y se etiqueta como ultraderechista a toda persona que no comulgue con las ruedas de molino de este gobierno, incompetente, malvado y dictatorial. La manifiesta incompetencia gubernamental tiene un lado bueno y un lado malo. El bueno es carece de capacidad para llevar a cabo sus proyectos totalitarios hasta el final. El malo es que viene costando muchas vidas.
El arresto se lleva a cabo sin contemplaciones ni miramientos. A un señor que iba a la panadería le dijo la policía que hay que ir solo una vez a la semana. A otro que llevaba productos del supermercado se le multó porque no eran productos imprescindibles. No consta que hubieran puesto en peligro a nadie, porque si no se acercan suficientemente a otra persona no se da dicha circunstancia. El mero hecho de salir a la calle no contagia. Puede entenderse pues que lo de proteger nuestra salud es la excusa para irnos acostumbrando a la dictadura que pretenden imponernos.

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