martes, 13 de diciembre de 2011

Undargarín se nos indigna

Es lo que dice su abogado, pero no debe cundir el pánico porque sólo está “un poco” indignado. No obstante, hay quien dice que los indignados somos los ciudadanos, cosa que tampoco me parece apropiada. Porque, ¿para qué nos sirve estar indignados? Además, si sólo fuera el caso del duque de Palma, pero es que es un goteo incesante de episodios similares. Surgen las noticias de episodios ocurridos en los más variopintos lugares, como pueden ser gasolineras, sastrerías o palacios ducales.
Para los ciudadanos, el problema se divide en dos. Los imputados, o candidatos a ser imputados, han de ser considerados presuntos. El dinero desaparecido no es presunto, es que no está (ni se le espera). El ciudadano corriente no cree que se vaya a recuperar nada.
El ciudadano, si hace memoria, en el caso de que no lo viera así desde el principio, se da cuenta de que le han estado tomando el pelo todo el tiempo. Nos introdujeron, con calzador, la monarquía en la Constitución y, luego, en ésta tampoco se sentaron claramente las bases para que pudiéramos gozar de una democracia plena y con capacidad para solucionar los problemas que pudieran plantearse.
En la actual situación, el ciudadano está ante el poder prácticamente igual que lo estaba en tiempos de la dictadura. La diferencia fundamental es que ahora se le requiere el voto periódicamente, pero una vez que lo ha depositado ya no le queda otra opción que obedecer.
Además de que no hay división de poderes en España, se ha protegido a la Corona, de modo que la Familia Real no sólo se ha podido sentir inmune, sino también impune. A quien hay que proteger es al ciudadano de a pie, que tradicionalmente está a merced de los desmanes de los poderosos, y resulta que dicen que estamos en democracia y sigue siendo el ciudadano de a pie quien ha de pagar los desmanes de los poderosos.
La Familia Real debió tener, desde el principio, un tratamiento de la prensa similar al de la duquesa de Alba, o cualquier otra persona famosa. Si se hubiera hecho así, quizá nos ahorraríamos muchas cosas ahora.

'Cuentos nevados de Phil y Maya'
'El Conde Lucanor'
'Contra el insulto'
'Milagros de Nuestra Señora contados a los niños'
'El hombre que quiso entrar en Auschwitz'
'La estrategia de los antílopes'
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'Episodios ocultos del franquismo'

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