viernes, 2 de diciembre de 2011

Los funcionarios catalanes

Se propone Artur Mas reducir aún más el salario de los funcionarios catalanes, algo que, por otra parte, también ha hecho Cospedal y, presumiblemente, harán otros. Los funcionarios, junto con los pensionistas y los parados, son blancos fáciles para los francotiradores.
En el caso de los funcionarios catalanes ocurre que Mas no tiene otra opción. De mandar en Cataluña, UPyD tendría muchos sitios en los que recortar antes que tocar los sueldos de los funcionarios. Pero a UPyD no lo votan en Cataluña ni los funcionarios. Los nacionalismos, en la actualidad, son pulsiones autodestructivas, cosa que se aprecia claramente en el País Vasco, donde los amigos de los etarras, en lugar de andar escondiéndose avergonzados por las calles, sacan pecho. El humo nacionalista se filtra en los cerebros que no están debidamente protegidos contra esta fiebre, y distorsiona su mirada sobre las cosas.
Artur Mas amenaza con adelantar las elecciones, puesto que necesita más poder para llevar a cabo lo que pretende y en las actuales circunstancias le resulta difícil hacer. Pero habida cuenta de que él no puede quitar dinero al catalán para dárselo a los catalanes, no le quedará otra opción que convocar esas nuevas elecciones. Que tampoco salen gratis al contribuyente. Esas nuevas elecciones, y el supuesto de que CiU las ganara con la holgada mayoría que pretende, serían cargadas también en los bolsillos de los funcionarios.
¿Es UPyD la única opción para que los bolsillos de los ciudadanos de a pie no sean más castigados? Pues parece ser que sí, puesto que aunque Mariano Rajoy guarda silencio, se puede observar lo que hacen los demás líderes de este partido, y quizá lo hacen con la intención de que todos nos vayamos haciendo el ánimo poco a poco.
Pero sería bueno que si los interesados ponen a Artur Mas como ejemplo de lo que se debe hacer, los ciudadanos de toda España, en general, y los funcionarios en particular, tomaran ejemplo de los funcionarios de Cataluña, que se niegan a aceptar el abuso. Se debe recortar lo innecesario, no en lo imprescindible.

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