Antes de ir al asunto por el cual le escribo esta carta quisiera hacer constar que entre Javier Gómez de Liaño y yo hay ciertas divergencias, aunque no constan en ninguna parte y hasta es posible que él las niegue. Supongo que las hay porque lo cité en un artículo y me lo agradeció de un modo muy amable, tanto que le contesté adjuntándole algún escrito mío sobre la Constitución. Me respondió diciéndome que lo leería. No creo que le gustara, pero yo ahora sería mucho más duro, puesto que Sánchez está poniendo en evidencia que no es que tenga errores, sino que es una encerrona. Felipe González y Gregorio Peces-Barba (que la estuvo preparando junto con Jorge de Esteban) idearon un texto favorable al PSOE. Aparte de eso, tenía desactivados a los sindicatos, a los intelectuales; el TC venía a ser un ministerio más para el PSOE, y un lugar en el que colocar a los amigos para el PP. He de hacer constar que Peces-Barba dijo que el sesenta por ciento de la Constitución era suyo. La llevaba preparada y todo lo que le importaba salió o quedó en la nada, sin que los de UCD se dieran cuenta. Sánchez está haciendo saltar la banca. Quiere que la Constitución y el PSOE estén a su servicio. Afortunadamente, es muy torpe.
Se me acaba el espacio y veo que todavía no he ido al caso. En su artículo le dice a un nuevo juez que la suya es la profesión más bonita de todas, y le da unos cuantos consejos para que la desempeñe. Pues se equivoca, ya que hay muchas profesiones muy bonitas, pero la que más me gusta es la de maestro. No lo he sido nunca y me he dado cuenta en la vejez que habría sido ideal para mí. Pero no para enseñar lengua, latín o matemáticas, sino para mostrar mediante el ejemplo esas cualidades tan valiosas. Supongo que la mayoría no las captarían, pero los mejores sí.