Los socialistas deberían pararse un poquito a pensar, en lugar de seguir al líder como los patitos siguen a la madre. Felipe González tenía mucha más labia y era mucho más querido en toda España, pero tenía contestación en el partido. No era demócrata, aunque pasaba por tal, tenía de controlarlo todo y lo intentaba, pero en aquel tiempo había demócratas en el partido, aunque engañados, y le llevaban la contraria de vez en cuando.
Los socialistas deberían comprender que lo de Sánchez no se puede eternizar. Él, personalmente, acabará peor que mal. Es temerario. Debería haberse ido de España hace tiempo, rumbo a algún escondite en algún lugar del mundo en donde no sea conocido, y sin embargo sigue aquí haciéndolas cada vez más gordas. Siempre ha de ir muy vigilado, para que no le abran la crisma en un descuido, y no se olvida jamás de los celos al Rey y a Ayuso, a los que odia con toda la furia de su mezquina alma. Afortunadamente para los españoles honrados, todo apunta a que el Jefe del Estado y la presidenta de Madrid le sobrevivirán políticamente.
El caso es que después de todas las barbaridades que viene haciendo Sánchez es imposible que el PSOE vuelva a ganar unas elecciones jamás, y hasta podría desaparecer. La ocasión que se le presenta es la de formar gobierno con el PP, cediéndole la presidencia, claro, e intentar poco a poco, o todo lo deprisa que se pueda, desandar el camino emprendido por el Felón. Supongo actuando de buena fe los dos partidos, podrían conseguir el favor popular y el PSOE recuperaría su prestigio o parte de él.
Es hora de acabar con la confrontación entre españoles, y procurar un camino común, cada cual con su ideología. De paso, aprovechando la concordia, conseguida por primera vez, entre el PP y el PSOE, sería el momento de plantearse la redacción de una Constitución nueva, basada en los grandes ideales.