domingo, 10 de marzo de 2013

Confusión con el cajero automático

Corrió el rumor de que los movimientos no quedaban registrados en la cuenta a causa por actualización de los sistemas, y las multitudes hicieron cola ante los cajeros automáticos, hasta que se les acabó el dinero.
Ninguno de los que acudieron a sacar dinero pensó en que con su acción podía estar perjudicando a algún empleado del banco, que lo hubiera pagado muy caro en caso de ser responsable, ni tampoco quiso enterarse de que si el banco quebraba por eso se iba a producir una catástrofe, de la que íbamos a salir perjudicados todos. Nada nuevo bajo el sol. Este proceder ya viene tipificado en la leyenda del Anillo de Giges. Es probable que todos los que sacaron dinero bajo ese supuesto tengan a Luis Bárcenas por ladrón.
Un comportamiento similar vino a darse con el caso Nevenka Fernández. Fue nombrada concejal de Hacienda por su amante, el alcalde Ismael Álvarez. Y a la gente le pareció bien. Luego ella se cansó del alcalde y entonces él la acosó y fue condenado por ello y expulsado de su partido. Ismael Álvarez fundó otro partido, con el que logró cinco concejales. La víctima del acoso, en cambio, tuvo que irse del pueblo. Hubo más gente a favor del condenado que de su víctima.
Otro caso parecido fue el de Alonso Puerta, que terminó siendo determinante para la política española, dado que a la vista de los resultados que obtuvo no ha tenido imitadores en ningún partido. Puede resumirse en una frase: Tras ser expulsado de su partido, fundó otro y comprobó que la gente prefería votar a los corruptos antes que a los idealistas.
La gente práctica puede decir que las cosas son así y hay que aceptarlas. Otra gente más práctica todavía puede alegar que si se consiguen mayores dosis de civismo será más fácil salir de la crisis.

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