Sabemos, porque nos lo viene diciendo o haciendo saber una y otra vez, que nuestro Felón favorito, por ahora, se tiene por el ser más guaperas de todos los tiempos, y también por el más inteligente. Como prueba de esto último dijo que la corrupción se combate preveyéndola y llamó peripatético a Feijóo (quería decir más que patético). Va diciendo una detrás de otra, porque a hortera no lo gana nadie y porque tampoco nadie le puede responder.
Nuestro Felón quiere que pensemos esto o aquello de él -aunque no puede disimular odio que siente por la sociedad española, que se mata por fotografiarse con Ayuso y a él pretenden ayudarlo a montar una granja-, pero los españoles nos fijamos en lo que nos da la gana, y entre las cosas en que nos hemos fijado es en las que demuestra que es muy burro. Con perdón para los burros.
Está empeñado en que el fiscal general, García Ortiz, permanezca en el cargo a pesar de que muy probablemente va a ser juzgado. El motivo es muy sencillo: si, como parece, incurrió en prácticas no legales quizá fue por cumplir órdenes que se le habían dado. Y esas órdenes solo podían proceder de un Felón. En este caso, ¿qué cree el presidente ahora? ¿que le va a ganar el pulso al juez? Pues parece que no lo va a conseguir y si en el juicio se demuestra que el fiscal es culpable habrá pena de cárcel.
De lo que no se da cuenta el Felón este, que se cree que está por encima de la ley, de la Constitución, de Dios, es que por mucha fe que tenga en la inocencia del fiscal hay que respetar el procedimiento, lo que indica que ha de dimitir o ser destituido. Pero el Felón, por mucho que se lo expliquen, no lo va a entender, así que alguien con poder para ello ha de tomar la iniciativa.
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