Mostrando entradas con la etiqueta guillotina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta guillotina. Mostrar todas las entradas

martes, 25 de diciembre de 2018

Iglesias y Juliana, pelos en la sopa

Uno tiene nombre de sopa, y en sus artículos que ya no leo deja traslucir su maestría en este campo. El conde de Godó, al que los auténticos salvadores de Cataluña llaman conde de Cobró, estará contento con él.
El otro se gasta coletas y va destacado en la carrera por el conseguir el título de Mayor Cursi del Reino. Esta es la prueba:
«El inconsciente de la derecha ha sido un operador político. Un inconsciente que se ha liberado del superyó de lo políticamente correcto, del superyó que significaba, digamos, tradicionalmente el deseo de la derecha española de situarse en el centro, de ser mayoritaria, de definirse con valores progresistas. No sólo tiene que ver con Vox en tanto expresión política de ese inconsciente desatado, sino que ata los discursos y estilos del PP y también de Ciudadanos».
Todo eso lo dijo en acto en el que se juntaron los dos e ignoro si de carrerilla y sin leer o leyendo, puesto que no asistí al evento, ya que como todo el mundo sabe vivo en Valencia, aunque si viviera en Madrid tampoco habría ido. El texto consta en un brillante artículo de opinión que animo a buscar. Su autora es Rosa Belmonte.
Esto nos traen los tiempos. Uno que prometía mucho y se ha echado a perder, como otros, a causa del devenir político, provocado en primera instancia por la locura de la burguesía barceloní, que es la auténtica extrema derecha, cosa que los ciegos voluntarios no pueden ver, y otro que nunca ha prometido nada -nada bueno se entiende-, porque no puede, y que ahora parece haber escondido la guillotina, porque su afición parecía tan fuerte que cuesta pensar que ha renunciado a ella. Los dos se han juntado, como no podía ser de otro modo, porque lo cursi puede ser un ingrediente más para la sopa. Aunque se caigan algunos pelos dentro.

sábado, 31 de enero de 2015

El ejemplo de Francia


Lo que añoran algunos de la revolución francesa es la guillotina. No hace falta señalar, porque todo el mundo sabe quienes son y además se han manifestado hoy en Madrid. Moncho Borrajo ya les ha visto la cara y ha escrito una carta sobre el particular.

Otros, más decentes intelectualmente, piensan en la laicidad, que se ha venido imponiendo en muchos Estados del mundo. Es curioso, en este sentido, que el Reino Unido se declare laico cuando la reina de Inglaterra es al mismo tiempo la gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra. Por el lado positivo se puede pensar que esta Iglesia no discrimina a las mujeres, y por el lado negativo, aunque también jocoso se observa que si un pirata sanguinario favorece a Inglaterra tiene todas las bendiciones de su papisa.

En el caso de España, considero un error, y así lo manifiesto en el libro '1978. El año en que España cambió de piel', que en la Constitución se le dé un trato especial a la religión católica. No sólo es que no se le debería haber dado, sino que se habría sido conveniente establecer una norma o ley por la que deberían regirse las religiones en España.

Las religiones deberían tener su ámbito de actuación perfectamente delimitado y las autoridades deberían vigilar cuidadosamente el cumplimiento de la ley.

Hay muchas sectas que se disfrazan de religiones y captan a personas desesperadas, que creen que en ellas está el cobijo que buscan. Habría que hacer lo posible para evitar esto.

La Iglesia católica está acostumbrada a tener mucho poder y en su momento hizo lo posible para evitar que España se proclamara Estado laico. Al papa Francisco se le vio el plumero cuando criticó a la revista Charlie Hebdo, que no hace daño a nadie. Sólo publica viñetas. El daño lo hace el fanatismo y a quienes lo fomentan habría que considerarlos enemigos del pueblo.
'El color de los días'
'Molestia Aparte II'
'Conceptos de inteligencia'
'El paraje de Las Brujas'
'Teoría General de la Evolución Condicionada de la Vida'
'Escucho otra Cadencia en mi Memoria'
'Dos veces bueno'
'Cantar de Mío Cid'