sábado, 21 de febrero de 2009

Bermejo, un trofeo

Fuentes gubernamentales ven imposible que Bermejo pueda continuar al frente del ministerio de Justicia y dicen que su cese se producirá cuando no sea un trofeo para el PP o los jueces. Curioso y lamentable modo de entender la política, común a todos los partidos. Baste recordar el accidente de Metro de Valencia de 2006, en el que por respeto a los accidentados, aunque no tuviera culpa, debió dimitir el consejero de Transportes.
Eso de considerar al responsable de cualquier desaguisado como trofeo de caza sin duda proviene del hecho de que nuestra democracia no es tal, sino una partitocracia. Soy de la opinión de que más importantes que los programas son las personas encargadas de llevarlos a cabo. Creo que es preferible un político honrado y eficiente con un mal programa que viceversa. Sin embargo, en el actual estado de cosas, tal modo de pensar no encuentra acomodo.
Supongamos que un ferviente y antiguo socialista (no es mi caso) llegue a la conclusión de que Zapatero es un psicópata y que, por tanto, es peligroso que siga al frente del gobierno de la nación. Pues a pesar de eso debería aplaudir a Zapatero para no ser tildado de traidor y renegado por sus compañeros de partido. Ése es el tipo de política que se ha instalado en España y luego nos quejamos de que las cosas vayan mal.
Este estado de cosas no fomenta de ningún modo el sentido de responsabilidad de los ciudadanos, sino el sectarismo y la ceguera. Son muchos los ministros consejeros autonómicos los que a lo largo de los tiempos han dado motivos para destituidos de inmediato, pero como no responden directamente ante sus electores han seguido en sus cargos, generalmente dando más motivos para que los destituyan.
Zapatero no quiere que Bermejo sea un trofeo de caza, pero olvida que no vio venir la crisis, como tampoco la vio venir Camps, ni ninguno de los gobernantes españoles. Y ahora urge tomar medidas drásticas, como puede ser la de suprimir drásticamente los gastos políticos inútiles. El Estado debe ahorrar todo lo que pueda, para dedicar el dinero ahorrado al tratamiento de la crisis. Y para dar sensación de seriedad, debería remodelar por completo su gobierno y convocar a todos los partidos españoles a un pacto contra la crisis.

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