jueves, 27 de agosto de 2009

Chávez, Chomsky y, al fondo, Uribe

He aquí que Noam Chomsky, cuya capacidad analítica no discute nadie, ha ido ahora a Venezuela ‘a ver como se está construyendo ese otro mundo posible’, lo que viene a ser lo mismo que si el Dr. Cavadas en lugar de trasplantarle una mano o una cara a un paciente, le cortara el cuello.
Chomsky ha mostrado su indiferencia hacia el sufrimiento de los venezolanos, no le importa tampoco que quienes aclaman a Chávez estén engañados, cosa que precisamente a él no se le puede escapar, ni le importa todo ese dinero que se malgasta en revolucionar y subvertir a otros pueblos y que debería ser empleado en cubrir necesidades.
Hugo Chávez ya no puede ser defendido intelectualmente, ya ha agotado todo el crédito que se le podía otorgar y ha despejado todas las dudas sobre sus intenciones. Ya sólo le queda el descarado uso en beneficio propio del resentimiento de las gentes, del eslogan, de la soflama encendida y de la bravata intimidatoria. El apoyo de Chomsky no puede servirle de nada a Chávez, porque sólo da risa. Algún problema debe de tener Chomsky cuando busca su propio descrédito.
A Chávez, como a todos los que emprenden la senda dictatorial, no le queda más opción que la huida hacia delante. Con su ataque a Colombia demuestra, por si quedaba alguna duda, que está de parte de los terroristas de las FARC. Los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia apoyan a los terroristas y a Colombia le viene muy bien la ayuda de Estados Unidos.
Lo que acabarán consiguiendo Chávez y sus títeres es que Estados Unidos recobre en la zona el prestigio que se empeñó en perder. Colombia es el escenario en el que Estados Unidos puede mostrar sus nuevas formas y el miedo de Chávez a que esto ocurra puede acelerar su éxito.

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