sábado, 24 de octubre de 2009

Elogio de Savater

En estos tiempos que corren en los que los intelectuales se afanan por ingresar en algún consejo cultural, poniéndose al servicio del poder, para así tener una nómina y gozar, además, de los honores que conlleva el cargo, es de agradecer que alguien prefiera la dignidad que otorga la independencia y diga las cosas tal y como las ve.
Las consecuencias no son difíciles de explicar. Cualquiera puede intuir lo que hubiera sido Fernando Savater en el País Vasco si hubiera comulgado, como los obispos, por ejemplo, con las ruedas de molino que a lo largo de los años ha venido ofreciendo Arzallus. Si Savater hubiera pasado por el aro, como los pusilánimes, probablemente no necesitaría escolta y, además de eso, le hubieran dado medallas y le hubieran hecho homenajes sin fin. Pero como se dedica a intentar sacar los colores a quienes han perdido la capacidad de enrojecerse, se le trata de desacreditar por todos los medios.
Nada de eso lo hace callar. Por ejemplo, hoy ha publicado un
artículo en el que dice que se han acabado los tiempos en los que a quienes se someten a la estrategia de ETA se les llama “hombres de paz”. Se refiere también a la manifestación donostiarra como retrógrada. ¿Qué es eso de “todos los derechos para todas las personas”? ¿Significa que pedían el derecho a matar para todos? Otro de los lemas fue “A favor de la libertad”. En realidad, lo que pretendían los manifestantes era todo lo contrario, o sea la vuelta a la dictadura etarra, la pérdida de derechos, el miedo para todos. Lo que temen es que la gente piense que ETA ha desaparecido o está a punto de hacerlo y de pronto cada uno comience a expresarse con libertad y a darse cuenta de que no hay ninguna obligación de ser nacionalista. Es más, esta opción es una de las peores. Hemos de convenir en que Fernando Savater es uno de los que más empeño ha puesto en acabar con ETA.

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