Si al ministro del Interior le graban una
conversación en su propio despacho es que el ministro del Interior
es tonto. Quien haya hecho la grabación, que se ha utilizado para
perjudicar al PP, quizá se tenga por muy listo, pero no cae en la
cuenta de que no es más que un Verstrynge cualquiera. Pero no sólo
ha traicionado a Fernández, sino también a los ciudadanos al tratar
de influir en su intención de voto con su maniobra torticera.
Habría que guardar el corte de la
grabación de Pepa Bueno, citado por Cacho en su artículo,
para sacarlo en momentos de aburrimiento y echar unas carcajadas a su
costa. Estas personas que se las dan de puras, santas y vírgenes son
imprescindibles, puesto que sin ellas la vida sería mucho más
aburrida. Lo que cuenta Cacho de Gabilondo es mucho más divertido,
pero en mi caso particular la grabación presenta el problema de que
en cuanto oigo la voz de éste me entra un sueño invencible.
También estoy de acuerdo con Cacho
cuando afirma que el PP es una finca de amiguetes dispuestos a
resistir contra viento y marea.
A estas alturas no debería quedar nadie
que no supiera que Rajoy no es Churchill, es que ni siquiera es un
churchilllito, pero es que tampoco llega a minichurchillito. Sólo es
Rajoy, un pobre hombre al que le ha caído encima toda la
incompetencia de quienes le precedieron y toda la insensatez y
caradura de las autonomías, y quieren que lo resuelva. La suerte que
tenemos es que ni siquiera lo intenta.
El problema de los españoles llega
cuando se consideran las alternativas a Rajoy y en este momento
exacto el problema se convierte en drama. Un guaperas descerebrado,
un sinvergüenza redomado y un jugador de ajedrez, sin más contenido
que su arte para desplazar las piezas por el tablero, según lo
definió Gustavo Bueno.
Por cierto, mi voto será para UPyD.
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