Vivimos tiempos en los que se exhibe el
odio de manera impúdica, como si se tratara de un sentimiento
razonable y respetable. Curiosamente, cuando las víctimas del
terrorismo exigen que se cumpla la ley se las acusa de sentir odio y
pretender la venganza.
También es digno de mención que nadie
reconozca que siente envidia, aunque no por ello se deje de actuar en
función de este sentimiento. El resultado del odio y el de la
envidia es el mismo: se intenta perjudicar a otros. Pero la envidia
se niega y el odio se muestra.
Habrá gente que vote al PSOE y lo haga
por odio o resentimiento, pero no es el caso de todos los que votan a
este partido, ni mucho menos. También hay votantes socialistas
movidos por un ideal, aunque entre los dirigentes de este partido no
se vislumbre nada de eso.
Pero para votar a Podemos, sólo o
mezclado con otro partido, hay que sentir odio. Lo saben sus
dirigentes y por ello tratan de incentivarlo, mostrándolo, señalando
personas a las que hay que odiar, etc. Yo, por ejemplo, no estoy de
acuerdo con muchas cosas del cardenal Cañizares, y esto es conocido
del público; sin embargo, no lo hago responsable de los actos de
otros y me parece una villanía de calibre mayor que se le ponga en
una diana.
Los de Podemos, además, desean sacar a
España del euro y de la Unión Europea y el motivo es muy fácil de
entender. Dentro de la Unión Europea jamás podrían establecer una
dictadura, ni se les permitiría hacer todo el daño que pretenden.
Para
lanzar este tuit: «Mi
apoyo al entorno de las víctimas de Orlando y de las dos mujeres
asesinadas en 24 horas. Víctimas de la misma lacra: el
heteropatriarcado.»
hay que ser malo de verdad y confiar en que sus votantes también lo
son.
Por
cierto, Maduro es homófobo.
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