viernes, 21 de octubre de 2016

Alegan que Cataluña es antitaurina

Si esos seres demenciales y descarados que ocupan las catalanas hubieran dicho que son antidemocráticos todo el mundo habría sabido inmediatamente que estaban diciendo la verdad.
Pero si, como ha ocurrido, manifiestan que Cataluña es antitaurina no se lo creen ni ellos, como lo demuestra el hecho de que también han dicho que se celebren corridas en esa región, enriquecida gracias al sacrificio y esfuerzo del resto de España. Si Cataluña fuera antitaurina no tendrían que impedir nada, porque sabrían que no iba a ir nadie a verlas. Lo que ocurriría, sin embargo, es lo contrario, se daría un llenazo tras otro, no en balde Barcelona es la ciudad española en la que ha habido más plazas de toros al mismo tiempo. Si no recuerdo mal, fueron tres, que se dice pronto.
Pero lo que realmente desmiente esta afirmación de los nacionalistas, y alguna vez habrá que referirse a los estrechos vínculos que se dan entre nacionalismo y mentira, es la aberrante afición a los toros en la calle, que también se da en otras partes, y que es una de esas tradiciones que no tienen interés, ni sentido alguno, muy en la línea del toro de Tordesillas.
Los toros en la calle sí que deberían ser prohibidos, puesto que degradan moralmente, ya que para participar hace falta más temeridad que valor, y ponen en riesgo grave y de forma inútil la vida de quienes se lanzan a la plaza.
Lo que realmente demuestran estos inútiles gestores de la cosa pública catalana es su gusto por invadir competencias que no les corresponden, por desafiar las leyes vigentes y por despreciar a las personas, porque quien pasa por encima de la ley pasa por encima del pueblo. No les preocupa el daño que infringen a los catalanes y disfrutan ofendiendo al resto de los españoles. Aquí el toro, el pobre toro si se quiere, es un mero pretexto. Lo que quieren estos fantoches es fantochear.

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