domingo, 16 de octubre de 2016

La niña apaleada en Mallorca

Se percibe que hay intención de quitar importancia al asunto, se callan datos que pueden ser fundamentales para entender el caso e incluso se induce a pensar que la madre de la niña exagera al contar lo ocurrido.
A pesar de que entre toda la maraña de informaciones sobre el caso se hace difícil encontrar datos concretos, hay uno que es indudable: la niña estuvo ingresada. Dice el Fiscal que las heridas que sufrió son mucho menos graves de lo que ha trascendido en los medios de comunicación. ¡Alabado sea Dios! Si le hubieran sacado un ojo, también se podría decir que sólo le habían sacado uno y que le quedaba el otro.
El otro dato importante es que los agresores al parecer son magrebíes y no les gusta que las chicas jueguen al fútbol. Dicen las niñas, la agredida y su hermana, que eso ya se lo venían advirtiendo desde tiempo atrás, a pesar de lo cual los que saben (el ministro debe de saber mucho, porque parece ser que habla con la Virgen) han dictaminado que no se trata de un caso de acoso.
Desde que el buenismo invadió, con éxito, España, estas cosas pasan y los más ‘listos’ no quieren líos. A una niña se le dijo que no podía ir a clase con la cabeza cubierta; pues nada, se cambia el reglamento, o se interpreta de otra manera para que la niña no tenga que volver a su país para poder ir a clase de este modo.
Por lo visto estamos en la fase de que haya que cambiar el reglamento, o la ley, para que ciertos niños, no todos, eh, puedan pegar palizas a las niñas que juegan al fútbol.
De modo que por más críticas que se hagan contra el acoso, y especialmente contra el acoso a los niños, y se sepa a ciencia cierta que es gravemente perjudicial, en todos los órdenes, en la práctica es muy difícil de combatir porque es más cómodo rehuir los problemas.

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