Toda la vida ha sido así y la izquierda no lo ha entendido nunca, fundamentalmente porque su obsesión es subir y volver a subir los impuestos. Para hacer luego con ellos lo que les dé la gana. Esto es lo que ha venido sucediendo en la democracia española, aunque no es mi intención hoy cebarme en la izquierda, sino principalmente en las dos regiones más endeudadas. Una tiene arreglo y la otra a corto plazo no.
Citaré en primer lugar a la Comunidad Valenciana, la más endeudada de todas, a causa del catalanismo, que está de sobra, pero nos sale muy caro. El presidente, el tal Mazón, llegó de la mano de Casado y no da muestras de tener condiciones para el cargo, sino que más bien intenta hacerse notar entre los valencianos. Puede suprimir la televisión valenciana, todos los chiringuitos que sobran, que seguramente son todos, y puede invitar seriamente a los académicos de la AVL, entidad surgida de una traición, a dimitir.
La región que no tiene arreglo a corto o medio plazo es la catalana, habida cuenta de que la mayor parte de la población está contaminada. El nacionalismo es perverso y autodestructivo, aunque muchos necesitan que los pille el toro para verlo. No hay más que fijarse en como era Cataluña en los primeros tiempos de la democracia y como es ahora. El declive es tan palpable como la ingratitud. Si no tuviéramos una Constitución tan favorable al PSOE y sin un solo artículo que permita echar a un presidente que es un sinvergüenza redomado, todo estaría a la vista de todos.
La cuestión es la siguiente: Madrid baja los impuestos y gracias a eso recauda más que nadie. El cenizo de Illa, que tiene pinta de sepulturero, seguro que lo cuenta de otro modo. Pero no le va a creer nadie, salvo los enfermos catalanistas.
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