Se intenta presionar al tribunal que
juzga a tres catalanistas y de hecho las asociaciones de jueces se
han quejado de ello. Pero se sospecha con bastante fundamento que
quienes intentan presionar a los jueces son personas que reciben
subvenciones o que cobran sueldos públicos y temen quedarse sin la
bicoca.
Los catalanistas odian a España, pero no
al dinero español, que tratan de conseguir por todos los medios a su
alcance. Esta es una de la incongruencias de los nacionalistas, a los
que tampoco se les puede negar que tengan la cara dura, puesto que se
puede comprobar día sí y día también que la tienen exageradamente
dura. En su decidido afán por tergiversar el concepto de la
democracia y concretamente de la relación de ésta con la ley. Miles
de catalanistas dicen la misma burrada y por ese mismo hecho ya creen
que lo que dicen es cierto. No lo es, claro, una burrada es una
burrada, aunque la repitan millones de personas.
Pero las presiones más fuertes que
recibe este tribunal no son las que les puedan hacer estos
indeseables, sino la que procede de saberse vistos por los jueces
decentes que aún quedan en España. Si los componentes de este
tribunal en lugar de hacer justicia se dejan llevar por la comodidad
o cobardía, todas las personas decentes de España dejarán de tener
fe en ellos, como hace que la perdieron en el propio Mas, y que las
personas decentes pierdan la fe en uno es grave, aunque los ineptos
no se den cuenta.
Si estos jueces no están a la altura de
las circunstancias se convertirán en el hazmerreír de todo el
mundo, de modo que quienes tratan de coartar su libertad de
conciencia y les exigen que olviden sus conocimientos jurídicos y
dicten sentencia de forma caprichosa no son dignos de consideración.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Por qué España'
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'Filosofía, teología y el sentido de la historia'
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