Como reivindica Justo Coll Villanueva,
UPyD -partido por el que hizo
mucho, pero no por el partido en sí, sino por el ideario que
defendía- es la única formación política que llevaba en su
programa la recuperación de algunas competencias y la supresión de
instituciones u organismos inútiles.
Evidentemente, una de las competencias
que no debió transferirse nunca es la policial. Cada vez es más
obvio. A estas alturas todo el mundo sabe, y no se lo calla, que el
brutal atentado de Barcelona pudo y debió impedirse.
Los mozos de escuadra pueden ser tan
buenos como los demás policías, pero sus mandos dejan mucho que
desear. Glorioso fue el momento en que quisieron negar que uno de los
mozos había estado en la Legión. Y trataban de convencer a la gente
de ello.
Hay
un centro, cuyo nombre se me ha olvidado, que coordina las labores de
los distintos cuerpos de seguridad de España, al que tienen acceso
los mozos de escuadra. De ese centro reciben información, pero ellos
nunca aportan nada. Ese
comportamiento desleal. ¿Cómo va a proteger a los ciudadanos un
cuerpo de policía cuyos jefes don desleales? El Estado cede al
gobierno regional de Cataluña ciertas competencias policiales y este
gobierno, lejos de corresponder a tanta generosidad, se comporta de
forma desleal. Eso es motivo más que suficiente para que se les
arrebaten esas competencias y
también para que los catalanes ejemplares les vuelvan la espalda
asqueados.
El independentismo puede ser ilógico,
irrazonable o contraproducente y a pesar de todo eso, legítimo.
Lo
que ya no es legítimo y ningún demócrata lo debe tolerar -y si lo
tolera deja de ser demócrata-
es el quebrantamiento de
las leyes, la constante burla al Estado, el engaño, la mentira y la
tergiversación permanentes, la incitación al odio y el desprecio a
los ciudadanos que no se tragan la bola. Los catalanes deben abrir
los ojos y darse cuenta de
que la gentuza que hay en la Generalidad les está perjudicando
mucho.
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