lunes, 27 de mayo de 2019

¿De qué se alegra Casado?

Resulta difícil de comprender que Pablo Casado esté tan contento tras los catastróficos resultados electorales.
Entiéndase que no son calamitosos para él solo, sino para todos los españoles; también para quienes han votado a las fuerzas destructivas, entre las que está el PSOE de Sánchez, y de Borrell, el pobre (qué descansados se van a quedar los funcionarios del ministerio en el que estaba, aunque no deberían cantar victoria, porque seguramente pondrán a uno peor).
La insensatez de los padres de la Constitución, que permitieron que los enemigos de la democracia pudieran participar, está poniendo de manifiesto todo el peligro que encerraba esta actitud.
El mapa político que resulta de estas elecciones y de las del mes pasado es tenebroso. Que el PP esté en condiciones de recuperar Madrid es como si le hubiera tocado la pedrea en la lotería.
¿Sería mucho pedir exigirle a Casado que dimita, por si hubiera alguien en el PP con más energía y más capacidad para oponerse a ese sinvergüenza consumado que es Sánchez?
El mapa resultante es triste. En Valencia siguen los mismos golfos en la alcaldía. Cómplices de los catalanistas, partidarios de los fantasmagóricos pastisssoss catàlanss, sueñan con borrar la lengua española y sustituirla por el dialecto catalán. Y los han votado. Hemos de seguir aguantando a Ribò y a Oltrà. ¿De qué se alegra Casado? Debería estar triste y compungido. Lo único bueno es que Podemos ha perdido fuelle, pero entre los protegidos de Maduro y Compromís no hay tanta diferencia.
En Barcelona ha perdido Colau, pero ha ganado Maragall, que seguramente es peor. El PP recoge la siembra que hizo Aznar. Y ese es otro error de Casado, no haberlo sabido hacer callar.
Es incomprensible que Casado esté contento, incluso hoy en día, cuando lo políticamente correcto es reír siempre, aunque se esté en un entierro. Si hubiera mostrado preocupación, habría dado idea de ser más coherente.

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