lunes, 3 de mayo de 2021

El ocaso de Feijóo

 

En la vida y en la política hay ciclos y todo apunta a que se aproxima uno de ellos, motivado por la repulsa que genera Sánchez. En el lugar oportuno y momento adecuado ha tenido la suerte de estar Ayuso, a la que no le ha faltado el valor para mantener el tipo.

Si Felipe González tuviera la talla personal de Adolfo Suárez, habría convertido al PSOE, en su refundación, en un partido modelo, obligando al PP a serlo también. Tendríamos ahora una democracia ejemplar. Pero es mezquino y, por tanto, no es de extrañar que su partido haya generado excrecencias como Zapatero y Sánchez, que han traicionado todo lo que se podía traicionar, comenzando por sus propias víctimas del terrorismo. Esperemos que el PSOE haya tocado fondo y que opte por reinventarse partiendo de aquellos ideales que tenían bastantes de sus afiliados de primera hora y de muchos de sus votantes de entonces.

A los catalanes les gusta mirarse en el espejo de Madrid, y no les queda más remedio que darse cuenta de su pujanza y compararla con el declive moral y económico de Cataluña, propiciado por el nacionalismo. La hartura se empezando a notar.

Los vascos, a la vista de la chulería con que se conduce el criminal Otegui, tendrán que comprender que su condescendencia con los etarras no les trae nada bueno. Falta un líder allí que hable alto y claro.

Es normal que alguien tan limitado como Chimo Puig, cuyo odio a los valencianos es evidente, no se entere de lo que pasa y persista en sus idioteces. Pero lo que es motivo de risa es que Feijóo, que se tiene por la cabeza pensante del PP, tampoco se percate que el viento empieza a soplar por otro lado, e incida en su nacionalismo estúpido. Debería ir empezando a abandonar esa vía, en la que no debió entrar jamás, porque el nacionalismo es tan nocivo como el comunismo. Como no lo hace, se lo llevará el vendaval.

Gracias, Ayuso.

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