Toda la ilusión que teníamos con respecto a la parejita Trump / Musk se ha volatilizado a las primeras de cambio. No cabe duda de que van a fracasar. Son, como Sánchez, esclavos del poder.
Musk, al que teníamos por muy inteligente, y quizá lo sea, no obstante va metiendo la pata una y otra vez, indicio claro de que sus neuronas vuelan locas y sin control alguno. O sí que tiene control, pero mala intención. Sabe que el alma de Ucrania es Zelenski y pretende quitarlo de en medio. Le exigen, Trump y Musk, que celebre elecciones, y mienten sobre el particular, porque dicen que perdería. No se pueden celebrar elecciones en tiempo de guerra, lo dice la Constitución ucraniana. Ese par de golfos no le exige lo mismo a Putin, que es un auténtico dictador, y además un criminal sanguinario. Que Estados Unidos esté oficialmente de parte de un asesino es difícil de digerir.
Elon Musk también llamó pequeñito al presidente de Polonia, y hay que ser bestia para decir algo así.
Todo eso que hacen tiene que sentar mal y debe generar actos de repulsa. Por de pronto, el Senador Mark Kelly visitó Ucrania y luego relató en X, la red social propiedad de Musk, sus conclusiones sobre el viaje, adornándolas con fotos y explicando las consecuencias que se pueden derivar de la actitud del gobierno estadounidense. Musk le respondió en la misma red social llamándolo traidor. O sea, que tiene el cerebro desajustado y evidentemente con sobrecarga de estrés.
He leído estos días que pagó cuarenta y cuatro mil millones por esta red, que ahora vale quince mil, de donde se deduce que no la compró para hacer negocio. Ellos dos, Trump y Musk, tenían un plan y en cuanto se han visto en condiciones de llevarlo a cabo se han tirado a la piscina. Pero no tiene agua. Se supone que no darán su brazo a torcer, pero esta vía es muy peligrosa para ellos.
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