Me resisto a creer que los estadounidenses soporten de buen grado las estupideces que está llevando a cabo Trump. Está claro que lo único que respeta es la fuerza y por ello ha pisoteado de forma lamentable, en compañía de su vicepresidente, a un héroe, como lo es Zelenski, que no merece más que ayuda y admiración.
Parece ser que tiene unos propósitos relativos a la estrategia mundial de los Estados Unidos y para llevarla a cabo necesita la amistad de Putin, y para lograrlo no duda en regalarle Ucrania y hasta a Zelenski atado de pies y manos. El caso es que Putin es un mafioso, un criminal en serie, un sujeto realmente peligroso si tiene las manos libres.
Trump intentando hacer política del mismo modo en que seguramente hacía sus negocios, en los que ya se ve que triunfó plenamente, puesto que es multimillonario. Estados Unidos está a punto de dejar de ser una nación, para convertirse en una mafia, sin freno moral, sin escrúpulos de ninguna clase, solo centrada en los intereses de cada momento.
Parece diseñado para Pedro Sánchez, solo que me temo que en los Estados Unidos las cosas no funcionan exactamente como en España. Todos los diputados socialistas obedecen ciegamente al presidente haga lo que haga, y sus socios de gobierno, que por nada del mundo lo harían caer, se aprovechan de su supuesta debilidad, con la que camufla su deseo de hacer el mal, para exprimirlo. En Estados Unidos, en cambio, los congresistas y los senadores actúan con mucha más libertad y pueden frenar o impedir las iniciativas presidenciales que no sean de su agrado. En este sentido, varias encuestas han venido a señalar que la actitud de Trump ante Zelenski no ha sido del agrado de los estadounidenses, de modo que es posible que tenga que cambiar el rumbo, porque por el camino emprendido puede que ni siquiera acabe el mandato.
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