Días
atrás se dio a conocer la estrategia del PP de considerar a Podemos
su rival, e ignorar al PSOE. En un principio puede parecer suicida,
habida cuenta de que los de Podemos parecen dominar las técnicas de
la comunicación y son maestros en el arte de estigmatizar.
Una
mirada más atenta sirve para darse cuenta de que no es tan mala idea
la decisión del PP. Los potenciales votantes de Podemos provienen en
su mayoría del PSOE y de IU. También hay del PP, pero no es
probable que haya más en el futuro, sobre todo a medida que vayan
saliendo datos sobre Pablo Iglesias y compañía. Los votantes del PP
en riesgo de fuga no querrán salir de un lugar para ir a otro peor.
Si el PP ataca a Podemos y los de este partido responden cabe la
posibilidad de que los antiguos votantes del primer partido que
estaban dispuestos a votar al segundo se enfaden y vuelvan a sus
orígenes.
Queda
la cuestión de los antiguos votantes del PSOE que se están pasando
a Podemos. ¿Y si se indignan por el hecho de que el PP ningunee a su
partido de siempre? Es posible también que vuelvan a sus orígenes.
O sea que el hecho de que el PP ignore al PSOE puede favorecer a este
último partido, con lo cual las aguas volverían a su cauce, que es
lo que quizá pretende el PP.
Lo
bonito sería poder convencer con argumentos al personal. Entonces se
le podría explicar que el peor PSOE y el peor PP son mejores que ese
bluf que se llama Podemos y que desde su mismo inicio es corrupto.
Jamás podrán explicar sus líderes lo que le hicieron a Rosa Díez.
Bastaría
con establecer la separación efectiva de poderes y eliminar el voto
imperativo de los diputados para que el PP y el PSOE sean lo que
deberían ser y que está fuera del alcance de Podemos.
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