Por una vez en la vida y sin que sirva de
precedente estoy de acuerdo con ese alcalde de sonrisa artificiosa e
intenciones perversas que nos han caído a los valencianos a plomo
como castigo de los dioses. No cabe duda de que ha venido a empeorar
lo que había.
Estoy de acuerdo con Ribó en que la
Señera no entre en la catedral el 9 de Octubre. Pero los motivos
míos y los del alcalde han de ser forzosamente distintos. Mis
motivos son democráticos y tienen que ver con la separación
Iglesia-Estado. Los motivos de Ribó no pueden ser democráticos,
puesto que este alcalde es nacionalista. Y puesto que cabe situarlo
ideológicamente en la extrema izquierda habría hay que pensar en el
anticlericalismo. Hay que hacer constar que esto de ser nacionalista
y de extrema izquierda es como la cuadratura del círculo, como
sorber y soplar al mismo tiempo, como comer cerezas y cantar, todo a
la vez. Existe gente así. Conocí a un matrimonio muy beato que al
mismo tiempo era comunista. El caso es que los dos recogían de todas
partes.
Éste va en bicicleta y quizá se trate
de una bicicleta vieja.
O sea, estamos de acuerdo en que la
señera no debe entrar en la catedral, pero yo por motivos
democráticos y él por su anticlericalismo.
En el resto de los asuntos, es difícil
que el señor Ribó (que tanto entusiasmo ha despertado en el rey de
la sopa: ¡el alcalde de Valencia es de Manresa!) y yo coincidamos en
algo. Si yo opto por el respeto a las leyes y los símbolos, aunque
no me gusten, él se mostrará condescendiente con quienes se los
salten si son nacionalistas o de izquierda, o ambas cosas, que esas
mezclas tan raras se dan en los países con escasos hábitos
democráticos. Ribó puede pintar la márfega en su bicicleta, si
quiere. O sugerirle a Puig que la pinte en su peluquín.
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