Varoufakis, sin escrúpulos

Los hay que tratan de hacernos creer que el actual gobierno griego tiene razón, que los mercados no deberían ser tan implacables y que Varoufakis es un gran economista.

Los hechos demuestran que si ha sido elegido ministro de Finanzas del gobierno griego es porque, al igual que el resto de los miembros del gabinete, carece de escrúpulos.

Eso de llamar terroristas a aquellos a quienes pide dinero, y se lo quieren dejar, es una monstruosidad que debería costarle muy cara. La alternativa que tiene el gobierno griego es pedir a Rusia ese dinero que necesita imperiosamente, que se lo prestaría a un interés bastante más elevado que la Unión Europea y tampoco es seguro que pudiese hacerlo indefinidamente. Varoufakis no se atrevería a tildar de terrorista a Putin.

Este gobierno griego está abusando y poniendo en peligro a sus compatriotas. Sus componentes no arriesgan nada. Puede aventurarse, con poco margen de error, que ellos nunca pasarán hambre. Cuando se habla del hambre de los griegos, hay que excluir a los griegos que ni pasan hambre, ni pasarán jamás, entre los que están quienes integran la cúpula dirigente de Syriza. Varoufakis, concretamente, se está haciendo un cartelito entre cierta fauna del mundo, lo cual, en el peor de los casos, le permitiría vivir dando conferencias. Se ha atrevido además a dirigirse a los españoles, se supone que a los entusiastas de Podemos, que a su vez son defensores del chavismo, para tratar de colocarles su bola.

Los europeos tenemos la suerte de que en este momento crucial sea Alemania la que lleva las riendas. Conviene recordar que fue en este país donde hace alrededor de doscientos cincuenta años fue pronunciada la frase, «Es gibt noch Richter in Berlin!», Todavía hay jueces en Berlín. Un molinero le ganó un pleito al rey. En Alemania las instituciones funcionan. Eso es lo que hay que conseguir en Grecia y en España.

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