Se
ha criticado duramente a Felipe VI por haber recibido en el palacio
de La Zarzuela al caradura y desleal Arturo Mas, cuyas actitudes y
actividades en países con más tradición democrática que España
le habrían llevado directamente a la cárcel.
No
se trata de que quiera la independencia de Cataluña, que eso sería
legítimo, aunque ilógico e ingrato con el resto de españoles, sino
de que conculca continuamente la legalidad.
En
democracia se supone que los ciudadanos son adultos y responsables de
lo que ocurre; otra cosa es que en España casi nadie se hace
responsable de nada y muchos votan como si votar fuera un juego o el
ejercicio de un capricho, y si no sale bien a las siguientes
elecciones se vota otra cosa y punto. Y no es así. Los votantes son
responsables de las tropelías que cometen los políticos que han
votado.
Por
otro lado, una nación, o un proyecto de nación, como es la Unión
Europea, requiere que haya una comunión de esfuerzos entre los
ciudadanos. En Cataluña, unos políticos, a los que es mejor no
calificar, han sembrado el odio contra el resto de los españoles y
este odio avanzar como una mancha de aceite porque los ciudadanos del
resto de España se han desentendido del asunto. Dicen 'los
catalanes' y en este apelativo incluyen también a los catalanes no
nacionalistas que soportan con gran incomodidad lo que sucede.
Deberían
darse cuenta los españoles de que han de defender la Constitución,
aunque les guste más o menos. La convivencia entre los ciudadanos se
basa en el respeto a la ley. No deberían los españoles contemplar
de modo pasivo esa burla a la Carta Magna que lleva un cada vez más
numeroso grupo de desaprensivos.
Si
los ciudadanos se comportaran así, el Rey no habría tenido ningún
problema para negarse a recibir a ese pájaro de cuenta que preside
la Generalidad Catalana.
Pero
es que los partidos políticos tampoco están a la altura de las
circunstancias. La prioridad de casi todos es la pesca de votos. Y
todo aquello que no da, no les interesa, aunque sea de vital
importancia.
El
Rey no puede resolver los problemas que los demás miran de reojo.
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