El tal Évole es un tipo que se puso al
nivel de Otegui. Ya está todo dicho con esto. Por lo visto hay otros
tipos que lo amenazan, incluso de muerte, sirviéndose del anonimato,
cosa que es habitual en las redes.
Esos amenazantes anónimos se ponen al
mismo nivel que la persona a la que amenazan. Se sienten impunes,
porque nadie sabe quienes son, pero ellos sí que saben que han
cometido una bajeza similar a la que ha generado sus amenazas. Si
fueran personas conscientes sabrían que lo que han hecho es infame.
Pero volvamos a Évole. Por supuesto que
no vi su programa, ni tengo intención de verlo a pesar de que me
recomiendan que lo haga para que vea la mierda que se nos avecina. No
tengo predisposición al masoquismo. Lo que tenga que ser, que sea.
Con lo voy leyendo sobre el particular a quienes sí lo vieron hay
suficiente para sentir una repugnancia infinita. No es que no vi ese
programa de Évole, en el que se puso al mismo nivel que Otegui,
repito, si no es que estaba ya, es que no pienso ver ninguno suyo.
Esa es toda la amenaza que yo puedo hacer: No ver jamás sus
programas.
Pero es que los hay que sí los ven, eso
es indudable, porque si no fuera así no lo habría podido emitir. Y
cabe presumir que a muchos de los que vieron el programa estarían de
acuerdo con el contenido del mismo. Y quienes vieron el programa con
ese ánimo están a la misma altura que Évole y Otegui, dos
compadres, por lo que parece. Y lo de 'altura' hay que tomarlo en
sentido metafórico, porque a ver qué altura moral puede tener ese
par.
La humanidad ha generado tipos sublimes,
magníficos, heroicos, pero también otros miserables, indignos
crueles. Estos últimos son los del nivel más bajo, en el cual se
encuentran los etarras.
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