viernes, 6 de octubre de 2017

A ti, equidistante

Que cuando dices ‘los catalanes’ menosprecias a los catalanes, porque los metes a todos en el mismo saco.
Que insultas a los españoles decentes y respetuosos de la ley, catalanes o no, llamándoles fascistas.
Que pones en el mismo nivel a quienes cumplen sus obligaciones y respetan a los demás y a quienes la incumplen e insultan a quienes no les secundan en su descerebrada carrera.
Que insultas a unos policías que no hacen más que cumplir con su obligación defendiendo tus derechos de quienes insisten en conculcarlos.
Que acusas a los policías de intentar impedir que los sediciosos acudan a los lugares a los que estaba prohibido, judicialmente, acudir.
Que eludes solidarizarte con los policías que resultaron heridos, atropellados, vejados, insultados por defender tus derechos. No obstante, cuando los necesites, con toda la cara dura, requerirás sus servicios.
Que no quieres darte cuenta de que los policías son unos señores civilizados que si usan de la fuerza es porque unos energúmenos los obligan. Los policías arriesgan, porque nunca saben si entre quienes los provocan habrá alguno que esté más loco que los demás. De hecho, mientras los policías actúan de forma profesional, los provocadores lo hacen de manera pasional y malintencionada.
Los equidistantes están aparentemente entre el verdugo y la víctima, entre quien tiene razón y quien no la tiene, entre el agredido y el agresor, pero con su actitud le hacen ver a la víctima que en realidad son cómplices del verdugo, que si se les exige que abandonen la equidistancia tomarán partido por él.
Un equidistante es un cínico, pero sobre todo es un cobarde, alguien que cuando siente que sufre injusticia protesta y pide comprensión, pero cuando la injusticia no le afecta directamente entonces piensa y calcula, porque no está dispuesto a correr riesgos, ni hacer sacrificios por la verdad y la razón. Se pone en medio: la culpa es de las dos partes.


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