martes, 24 de octubre de 2017

No se cree la Constitución ni la figura del Rey

Ya dejó dicho Zapatero que cualquiera puede ser presidente. Eso es, cualquiera. De lo que no se percató el pollo es en que la dificultad consiste en dejar el cargo sin haber perjudicado a la nación.
Y si cualquiera, por inútil que sea, si le toca en la rifa, puede ser presidente, para cualquier otro cargo político las posibilidades son mayores. Por ejemplo, hay un elemento llamado Carlos Mulet, porque Carles en español es Carlos, que es senador por Compromís, ese partido antisistema que no debería ser legal, que dice que no se cree la Constitución ni la figura del Rey. El caso es que este señor, por llamarle de alguna manera, ha tenido que jurar o prometer la Constitución y lealtad al Rey. No es el único en esas condiciones y no se entiende que se acepte esta situación. Quienes juran o prometen algo en lo que no creen son desleales al pueblo español y, por tanto, no deberían poder ocupar sus cargos.
El daño moral y económico que nos están administrando a los españoles ciertos políticos en quienes se dan estas condiciones es espeluznante.
Estas personas que no creen en la Constitución ni en la figura del Rey, si fueran honrados no estarían en la política, ni tampoco accederían a cobrar de ese Estado al que no respetan.
El asunto es que para cualquier trabajo hay que demostrar unos conocimientos, pero para la política, que teóricamente es uno de los más nobles no hace falta más que saber hacer la pelota, de modo que los políticos a menudo son los más innobles que se pueda imaginar.
Las intervenciones de este componente de Compromís, en el Senado, «¿Todo este despliegue es una película de risa que está rodando la Warner?», «Ahora que Piolín les ha insuflado valor, ¿van a invadir Gibraltar con este barco?», son tan poco respetuosas con las instituciones que no se entiende que esté en ellas.


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