miércoles, 4 de octubre de 2017

El discurso del Rey

El Rey, discurso mediante, ha restablecido el orden. A partir de ahora, la opinión internacional, al menos la de los países democráticos, tendrá que ver a Junqueras y Puigdemont como lo que son, unos candidatos al presidio por deslealtad consumada. Esperemos que se consume su entrada en la cárcel y por una temporada larga.
Les debería acompañar Forcadell, a la que seguramente las demás reclusas le explicarían que quien paga manda y si no le parece bien pertenecer al Estado español lo primero que debería haber hecho es dimitir de su cargo y devolver todo lo cobrado.
El discurso del Rey es un tirón de orejas para Rajoy y Sánchez, por haber permitido que las cosas lleguen a este punto; para Rivera no, porque su capacidad de actuación es menor.
El tirón para el presidente es leve, porque sólo ha contado con la ayuda, insuficiente, de Ciudadanos. Sánchez, en cambio, debería dimitir cuanto antes, o ser destituido por su partido, puesto que su reacción al 1-O puede considerarse también como traición a España.
Los demás partidos, Compromís, Bildu, ERC, Podemos, etc., son como hojarasca podrida y votarlos es como echar piedras contra el propio tejado, porque lo que quieren es la ruina de todos. Lógicamente, el discurso del Rey les ha de sentar mal. Es de esperar que la fiscalía investigue las actuaciones de Colau, Iglesias, etc., en el mal llamado referéndum, por si fueran constitutivas de delito.
No sería de recibo que ahora que la Justicia, presumiblemente, va a comenzar a actuar contra los sediciosos apareciera alguien pidiendo clemencia. El daño que han hecho a los españoles y el ridículo en que han puesto a nuestro país exige castigos ejemplares. Y no sólo para los principales actores del esperpento, sino para todos los que tuvieron algo que ver, el que lanzó la silla contra la policía, la señora que dijo que le habían roto todos los dedos, los que patearon al policía caído en el suelo, etc.


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