martes, 10 de octubre de 2017

Borrell, protagonista

Hubo un tiempo no lejano en que yo tenía a Borrell por el mejor de los políticos españoles de los últimos tiempos. Seguramente lo dejaría escrito, señalando que era un sinsentido que no ocupara la Secretaría General del PSOE, a la vista de la calamitosa gente que viene ostentando ese cargo. Esa manera de pensar se debía a haber leído algún libro suyo y varios artículos.
Pero llegó el momento en que lo vi apoyando a Pedro Sánchez frente a Susana Díaz, y arropando a Manuel Iceta, ese mocoso bailarín, y entonces me di cuenta de todo había sido un espejismo. Borrell es un bluff, tuve que pensar entonces.
Y ahora lo vemos brillando de nuevo, como cuando desmontaba las bolas de los separatistas en el campo de la economía. Pero son las suyas apariciones aisladas, sin que se le vea una continuidad en el esfuerzo.
El PSOE tiene un problema grave que procede de los tiempos de la Transición, cuando pudo y debió ahogarlo y es el nacionalismo que infecta su ideología. Ese nacionalismo que hay dentro del PSOE no ha parado de crecer, hasta corromperlo por completo. El PSOE no será socialista mientras no frene esa gangrena, cosa que debería hacer aun a costa de lo que sea.
Pues bien, en el foco más grande de esa gangrena, origen de todos los problemas de Cataluña, está él y está alimentando la enfermedad, no curándola.
Borrell podría haber hecho mucho por ese pedazo de España que es Cataluña, evitando el descalabro que no cabe duda que va a sufrir, porque ha comenzado ya de forma imparable, si hubiera tomado las riendas del PSC, o con su piquito de oro hubiera convencido a Iceta para que fuera por el camino correcto, y nada de lo que está pasando ahora habría llegado a ocurrir. Ahora ya es tarde para pedir cordura en Cataluña, ya sólo queda sufrir las consecuencias.
Dentro de pocos días, cuando el secesionismo haya sido derrotado, toda España se pondrá a trabajar para levantar de nuevo a Cataluña. 


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