martes, 11 de junio de 2019

A más de 200 kms/h

Tras el trágico accidente que costó la vida al futbolista Reyes y las consiguientes muestras de dolor, quedan los fríos datos y estos son que el hombre conducía a más de 200 kilómetros por hora.
Las leyes, gusten o no gusten, deben cumplirse siempre, lo cual, salvo los catalanistas, todo el mundo es capaz de entender sin más explicaciones.
Reyes no es el único que se ha saltado las leyes, ni tampoco el primero que ha muerto por ello. Un novelista extraordinario, Chester Himes, enterrado en Benisa, solía conducir a gran velocidad por las carreteras sinuosas de la zona en que vivía. Le gustaba el riesgo, pero es que no solo se arriesgaba él. Pero la fortuna le acompañó y no murió por accidente de tráfico, ni tampoco mató a nadie.
Más grave es el caso de los políticos. Me contó el portero de una finca en la que un senador valenciano tenía su despacho que todos los días tenía que ir las multas que le imponían a éste por exceso de velocidad. Quizá lo de ‘todos los días’ fuera un eufemismo de ‘con frecuencia’, eso no lo sé. El caso es que el senador solía ir por la autopista, en donde todos los excesos de velocidad son registrados. Así que él sabía, cada vez que apretaba el acelerador, que el hecho tenía un coste. Se puede deducir que este senador pensaba que las leyes del sistema, del cual formaba parte, son para los pobres, porque no pueden pagar las multas que se derivan de su incumplimiento. Otra deducción consiste en pensar que dedicaba su sueldo de senador a pagar las multas de tráfico.
Pero también fue glorioso el caso del Chiqui (mi teclado no tiene tx) Benegas, cuando supo que le habían grabado aquella conversación en la que hablaba de dios, o sea de Felipe González, y dijo: pero si íbamos a más de doscientos... 

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