Este tipo de modales frailunos e
hipocresía contrastada ya ha hecho todo el mal que podía hacer, o
eso esperamos.
ERC, el partido de Junqueras, tiene en
sus filas algunos terroristas de Terra Lliure. Él mismo alabó
efusivamente a Otegui, otro terrorista, éste de ETA. Otros
dirigentes de su partido, como Tardá o Rufián, también lo han
hecho.
Los líderes de los demás partidos
catalanistas, Torra, Puigdemont, no son mejores que esos.
Todo lo que tiene que ver con la
intentona catalanista es de una bajeza moral y de una infamia que
deberían causar asombro, pero vivimos unos tiempos en los que nos
estamos acostumbrando a todo. Da risa la actitud del Círculo de
Economía Catalán que, lejos de tener vergüenza ante tanta
mezquindad como la que estaban demostrando esos catalanes, se sirve
de su naturaleza pedigüeña para suplicar más ventajas y
privilegios sobre los demás españoles.
Su insania llega hasta el punto de querer
borrar del mapa una lengua como la española, en la que se han
escrito grandes obras literarias, y sustituirla por un dialecto
infame e infecto, según palabras de Miguel Batllori, fabricado
artificialmente por Pompeyo Fabra a principios del siglo XX.
Son tan mezquinos los catalanistas que a
quienes defienden la legalidad, ¡la legalidad!, les llaman extrema
derecha. Fuera de la legalidad no hay civilización, sino salvajismo,
como muy bien se va poniendo de manifiesto en Cataluña, que en la
actualidad está dividida entre los civilizados y los salvajes.
Algunos de esos salvajes hacen editoriales conjuntos. Hubo un juez
español que, avergonzado por una decisión que tuvo que tomar,
dimitió de su cargo y se retiró de la vida pública. No se espera
un gesto así de los catalanistas. Perdieron la vergüenza hace
tiempo, si es que la llegaron a tener alguna vez.
Esperemos que a Junqueras le caiga una
buena condena. Por tonto, por hipócrita y por malvado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario