Yahoo noticias ofrece una titulada «La
loca versión de la paella española que indigna en Twitter».
Quien la ha redactado no se entera y
Twitter es un desmadre. Comienza diciendo que la paella es uno de
esos asuntos que es capaz de causar fricción entre los españoles.
¡Anda ya!
Cada cual puede cocinar la paella, el
gazpacho o la fabada como le venga en gana y echarle al guiso lo que
le apetezca. Lo único que puede crearle problemas es que los
comensales enfermen luego.
Pero es que luego, el tipo dice que la
receta es clara y proporciona un enlace que lleva a un plato que se
comerá su madre, porque yo jamás me llevaría eso a la boca.
Lo que ocurre con la paella es que se han
cocinado ya millones de veces y se ha podido determinar la mejor
receta. Pero es cuestión de inteligencia entender esto y obrar en
consecuencia.
A finales de los sesenta comí un arroz
caldoso en Barcelona que en la carta estaba anunciado como paella.
No obstante, los catalanistas dicen que la paella es catalana. Y el
all i oli. Los catalanistas se apropian de todo. Morro no les falta.
Y luego hay pelotas redomados, como J. Fuster y otros. Cristo predicó
en catalán, según ellos, pero luego resulta que no puede ser,
porque el dialecto catalán es un invento de Pompeyo Fabra, o sea,
muy reciente. De momento van consiguiendo que el dígrafo «ch», tan
valenciano, vaya siendo sustituido por la «x», que suena a
incógnita, de forma inmerecida en este caso, puesto que no es
ninguna incógnita que los catalanistas son impresentables.
Todo el mundo mete las manos en la
paella, que es un plato de origen tan humilde que ni siquiera tiene
nombre. Pero los incultos le llaman paellera al recipiente en que se
guisa. Ignoran que la paellera es la señora que la guisa y si la
ponen en el fuego se pueden llevar un buen tortazo.
En resumidas cuentas, a la hora de comer
no hay que fiarse de todos.
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