Creo
que fue en un programa de La Clave, durante el mandato de Felipe
González, donde un experto fiscal explicó que a partir de unos
ingresos de ocho millones de pesetas anuales se podía acceder a una
serie de posibilidades que manejadas con tino permitían pagar menos
impuestos. Puntualizó el experto que el sueldo de los ministros era
de ocho millones.
Han
seguido pasando gobiernos y las cosas siguen igual o peor. El
ministro actual, que se llama Montoro, y los anteriores cuyos nombres
más vale no recordar, siguen mirando con la lupa las declaraciones
de aquellos que tienen bajo control, mientras permiten que una gran
cantidad de gente pueda eludir sus obligaciones con Hacienda.
Dice
uno de estos despabilados que se han apuntado a vivir del dinero
público que negociarán con los ricos. Esperándolos están los
ricos para atenderles amablemente. De lo que se trata es de conseguir
que la Hacienda Pública pueda hacer su trabajo con eficiencia, para
que cada cual pague lo que según la ley le corresponde.
Habría
que reducir a límites razonables el fraude fiscal, y evitar la
sospecha generalizada de que Hacienda deja prescribir muchos
expedientes. Y aparte de eso ocurre que muy pocos contribuyentes
declaran unos ingresos acordes con lo que se ve por las calles, en
donde se ve mucha opulencia, pero todo eso luego no se traduce en
ingresos para el Estado.
En
España hay muchos políticos muy gastadores y muy pocos
contribuyentes que paguen lo que deben. Y se va viendo a través de
los sucesivos gobiernos que no hay voluntad de arreglar esto, porque
las oligarquías, a las que pretenden incorporarse unos cuantos, son
egoístas por naturaleza. Hasta el momento, y a través de los
siglos, todos los gobiernos españoles han estado al servicio de las
oligarquías. También los autonómicos y especialmente los
nacionalistas.
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