Hasta
hace poco abundaban quienes hubieran querido ser concejales,
preferentemente de Urbanismo, pero se ha llegado a un punto en que ya
no es fácil, ni siquiera para el PP, un partido que tiene muchos
puestos garantizados de salida, completar las candidaturas
municipales.
Se
conoce que los posibles candidatos calculan que ya no hay tanto que
ganar como antes, que actualmente están muy vigilados y que los
ediles de hoy, en lugar de con pelotas, que era lo habitual, ahora lo
típico es que se les desprecie.
Nada
de eso debería arredrar a los políticos de vocación, a los que de
verdad quieren servir al pueblo. Si se consideran con capacidad
suficiente y son honrados, deberían dar un paso adelante. Ahora es
cuando son necesarios. Si el paso lo dan hacia atrás es porque en
sus cálculos no cuenta el deseo de ser útil a la sociedad, sino
otra cosa.
Pero
estas cosas también pueden tener su lado positivo. Los oligárquicos
dirigentes actuales tendrán que darse cuenta de que la cosa no va y
hay que efectuar cambios. Es peligroso que tipos como Rajoy,
acojonado por los nacionalistas, y Schez, probablemente también
acojonado, pero sobre todo desorientado, se encarguen de la reforma
de la Constitución. Pero no necesariamente han de ser ellos quienes
la lleven a cabo. En España además de los políticos y los
sectarios viven otras personas, y entre ellas las hay que son muy
razonables.
Los
partidos políticos podrían, o, mejor dicho, deberían, dejar en
manos de pensadores y juristas de probada rectitud la reforma de la
Constitución. Entre los pensadores hay algunos muy decentes y que
además han dedicado parte de su vida, o quizá su vida entera, a
combatir el terrorismo, lo cual demuestra que no era el éxito o la
fama lo que buscaban.
Cabe
la posibilidad de que todos los que deberían ocuparse de esta tarea
estén en la plataforma Libres e Iguales. La opinión pública
confiaría en ellos. Y, además, estos personajes sabrían que la
nueva Constitución debería basarse en un ideal de justicia que
ilusionara a toda la gente buena, y no en el deseo de complacer a la
Iglesia, a los nacionalistas, o a cualquier otro grupo que se tenga
por demócrata sin serlo.
Molestia Aparte II
'Conceptos de inteligencia'
'El paraje de Las Brujas'
'Teoría General de la Evolución Condicionada de la Vida'
'Escucho otra Cadencia en mi Memoria'
'Dos veces bueno'
'Cantar de Mío Cid'
'Mauthausen, después'
'Conceptos de inteligencia'
'El paraje de Las Brujas'
'Teoría General de la Evolución Condicionada de la Vida'
'Escucho otra Cadencia en mi Memoria'
'Dos veces bueno'
'Cantar de Mío Cid'
'Mauthausen, después'
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