Este
personaje que fue presidente de Bancaja y del Banco de Valencia,
ambas entidades desaparecidas por lo ruinoso de su gestión, y
miembro de los consejos de administaración de unas cuantas empresas
más, ha tenido que comparecer ante el juez por su actividad como
administrador de la empresa Imarol SL, de la que también era dueño.
Resulta
curioso el tipo de contrato que se agenció con Bancaja, que le
permitía ejercer otras actividades. Comenzó su progreso social de
la mano del ilustre jurista Emilio Attard, que tenía una opinión
muy elevada de sí mismo. José Luis Olivas llegó incluso a ser
presidente de la Generalidad Valenciana y siempre tuvo muy buenas
relaciones con la alcadesa Rita Barberá. Finalmente, logró los
cargos que más beneficios económicos podían darle, como eran las
presidencias de las dos entidades bancarias anteriormente citadas.
El Banco de Valencia y Bancaja han desaparecido, causando esta
desaparición un gran perjuicio al Reino de Valencia y a muchos
particulares, pero las finanzas de quien fue su presidente deben de
gozar de muy buena salud.
No
da la impresión de que José Luis Olivas, ni quienes fueron
consejeros delegados de ambas entidades estén muy compungidos por el
daño que han hecho, sino que lo que parece es que lo que les duele
es tener que gastar grandes cantidades de dinero en bufetes de
abogados para que les libren de la acciòn de la Justicia, cosa que
probablemente creen que pueden lograr.
Constituiría
una sorpresa muy grande que se viera a alguno de ellos en las
proximidades del presidente Fabra, pero no lo sería tanto que se
siguieran viendo con Rita Barberá o Francisco Camps.
No
es descabellado pensar que si Olivas no hubiera fijado su mirada en
los bancos y se hubiera quedado en la política o en la abogacía
Bancaja y el Banco de Valencia seguirían existiendo.
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