Dado
que la RAE tiene un déficit importante, este sería el momento
adecuado para que desaparezca. Fue fundada bajo el reinado de Felipe
V a imitación de la Academia Francesa.
Este
rey es muy denostado por amplios sectores de la población española,
a causa principalmente de la injerencia inglesa, tan diestra en
debilitar a las demás naciones, en los asuntos españoles. Sin la
intervención inglesa en la guerra de Sucesión, el reinado de Felipe
V habría transcurrido de otro modo.
El
caso es que la RAE limpiaba, fijaba y daba esplendor y ahora se
limita a tomar nota de lo que se habla en la calle. Se ve obligada a
aceptar palabros, incluso malsonantes. Para este viaje no hacían
falta alforjas.
El
idioma lo cuidan los poetas y los escritores que se esmeran en usar
las palabras adecuadas, como eran los casos de Jorge Luis Borges y
Camilo José Cela, por ejemplo. Basta con leer La Fiera Literaria
para comprobar el descuido con el que se adornan algunos de los
académicos actuales.
Y
es que de un tiempo a esta parte la Real Academia de la Lengua ha
dejado de ser lo que era en todos los sentidos.
Los
académicos de hoy ya no son personas que puedan aportar algo al
lenguaje, sino personas a las que se premia de este modo, por algún
motivo que a lo mejor no tiene nada que ver con el lenguaje. Ridículo
fue el nombramiento de Cebrián y Anson, por poner un ejemplo. La
excusa fue que eran los directores de los dos periódicos más leídos
de España. Pero en ambos periódicos habían periodistas que
escribían mucho mejor que ellos.
Pero
es que también la RAE sirve como excusa para que en las Comunidades
Autónomas existan otras academias, mucho más onerosas para los
contribuyentes incluso, que con la desaparición de ésta ya no
tendrían excusa para seguir existiendo.
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