La
costumbre de 'celebrar' las derrotas es propia de los nacionalismos,
esas ideologías que viven de fomentar el odio y el rencor.
No
podía ser de otro modo. Los asistentes a la 'celebración' eran
todos catalanistas y ya se sabe que los peores catalanistas son los
valencianos.
De
todo esto sólo salen ganando unos pocos, que son los que engatusan a
muchos, insuflándoles el odio, para vivir del cuento.
La
batalla de Almansa sucedió hace mucho tiempo y los motivos y las
circunstancias por las que ocurrió se manipulan interesadamente. En
cualquier caso, posteriormente han sucedido muchas cosas y lo que
sucedió entonces es irrelevante con respecto a los problemas de hoy.
También
podríamos pensar en cómo serían las cosas si en lugar de ser Jaime
I quien conquistó el Reino de Valencia hubiera sido Alfonso X. O si
éste hubiera conseguido ser coronado Emperador.
La
izquierda valenciana debería avergonzarse de no haber podido impedir
los desmanes del PP de Camps y en lugar de eso se pierde en unos
vericuetos que por nacionalistas no tienen nada que ver con la
izquierda.
Las
personas decentes celebran cosas agradables, que son las que incitan
a hacer cosas buenas. Cuando alguien insiste en recordar algo que
ocurrió hace más de 300 años y que se denomina derrota no puede
albergar buenas intenciones. Quienes lo hacen deberían tener
vergüenza.
En
épocas tan recientes como los primeros tiempos de la democracia, la
izquierda era hegemónica en el Reino de Valencia y dada su sumisión
al catalanismo pasó al reino de las sombras. Durante todo este
tiempo ha sido inoperante. Como si no estuviera. Cobrando, pero sin
hacer oposición, porque no ha sido capaz de impedir ninguno de los
desmanes que se han cometido.
Y
tiempo después, la izquierda valenciana sigue siendo nacionalista, y
todavía se nutre de la biblia de Fuster.
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