Tengo
un amigo que, como tantos otros, tuvo que optar por el exilio,
dejando atrás su tierra amada para buscarse la vida en otro remoto
lugar. Añado que siempre intenta ver las con distanciamiento, pero
sobre todo con guasa.
Doña
Ana es una señora con más facilidad para las artes culinarias que
las literarias, y son estas últimas las que mi amigo observa con su
sentido del humor. De vez en cuando, me obliga a leer alguna de sus
perlas. Me obliga porque aunque no es de Podemos, puede hacerlo.
Nadie tiene la exclusiva de
nada. Cada cual puede hacer según que cosas. Otro de mis amigos
puede batir el récord
de las donaciones de sangre.
Mi
amigo tuvo que emigrar a causa de ETA. Pueden
estar orgullosos esos que hacían donativos, voluntariamente, a los
etarras. Han conseguido hacer mucho mal, que es lo que querían. El
Mal existe, aunque algunos lo quieran negar. Un
pájaro de cuenta, que fue entrevistado por otro pájaro de cuenta,
hizo notar que los atentados de ETA no salen en las páginas de
sucesos.
Es
mejor tomarse las cosas con guasa, porque si uno se las toma en serio
puede ser invadido por el
asco y ya no habrá modo de quitárselo de encima.
La
cuestión es que a doña Ana le sale bien la ensaimada, pero con lo
que mi amigo se ríe, y me obliga a mí a reírme es con las burradas
que escribe, porque ni tiene buen estilo literario, ni se muestra muy
diestra a la hora de discurrir, teniendo
en cuenta que aplicar el verbo discurrir a lo que hace ella es muy
osado.
Fue
casualidad que un día estuviera yo sentado en un parque y entrara él
y antes de verme cayera a sus pies un balón con el que jugaban unos
niños. Su instinto le pudo y chutó, con la mala fortuna de que fue
a darle al ano de doña Ana, que casualmente también estaba allí.
No acabo de entender por qué
los niños, dueños del balón, gritaron al unísono: ¡Ha sido un
chut político!
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